«Dulcinea» es una obra de arte moderno que emplea técnicas mixtas para crear una representación vibrante y dinámica. En el centro de la composición se encuentra la figura de una geisha, pero no una geisha tradicional, su rostro es inusualmente europeo, con finas facciones y unos hipnóticos ojos verdes que capturan inmediatamente la atención del espectador. Este contraste cultural añade un nivel profundo de intriga y belleza exótica a la obra.

El cabello de la geisha, oscuro y lustroso, está adornado con numerosas flores de diversos tamaños y colores, que se destacan vibrantes y casi tridimensionales gracias a la textura y el volumen añadidos por la técnica mixta. Las flores varían desde delicadas orquídeas hasta exuberantes peonías, creando una corona natural que enmarca su rostro de manera majestuosa.
El kimono que viste Dulcinea, decorado con elaborados patrones florales y geométricos con colores vibrantes y variados, con predominancia de rojos intensos, azules profundos y dorados brillantes, que resaltan gracias a las técnicas de capas y salpicaduras que aportan una sensación de movimiento y profundidad.

El fondo del cuadro es una explosión abstracta de colores. Salpicaduras de pintura en tonos verdes, amarillos, naranjas y púrpuras crean un entorno energético y caótico que contrasta con la serena belleza de la geisha. Estas salpicaduras no solo añaden interés visual, sino que también simbolizan la amalgama de culturas y la vibrante vida interior de Dulcinea.

En conjunto, el cuadro «Dulcinea» es una celebración de la fusión cultural y la belleza, donde las técnicas mixtas y los colores intensos crean una experiencia visual impactante y emocionalmente resonante.